
dal 1996 in continua innovazione tecnologica!
Sfrutta tecnologie avanzate per avere un sito web ottimizzato al 100%
Domenico Tempio es considerado el mejor poeta reformista siciliano, cuya
voz es al mismo tiempo que la de Parini en Lombard�a. Fue admirado y
elogiado por sus contempor�neos, pero despu�s de su muerte su trabajo
fue casi olvidado, a excepci�n de algunas composiciones de un personaje
licencioso que, publicado en la mancha, le dio una fama injusta como
poeta pornogr�fico. Con la reanudaci�n de los estudios sobre el siglo
XVIII siciliano, despu�s de la Segunda Guerra Mundial, incluso la obra
del Templo fue reevaluada y sometida a un serio examen cr�tico.
La
educaci�n del Templo, como hemos visto, se fund� sobre la base de una
Ilustraci�n pura con un fuerte componente clasicista. Su idioma (salvo
algunas raras excepciones) es el de Sicilia, y confirma una larga
tradici�n de autonom�a ling��stica y literaria que se extiende desde el
vulgo siciliano hasta casi nuestros d�as.
Domenico Tempio (Catania 22/08/1750 - 2/02/1821)
Naci� el 22 de agosto de 1750 de Giuseppe, un comerciante de madera, y de Apollonia Arcidiacono.
Tercero de siete hijos, fue destinado al sacerdocio y luego ingres� al seminario arzobispal, que en ese momento era la escuela m�s importante de la ciudad.
Sali� a la edad de 23 a�os, en 1773, y su padre, al ver fracasar la vocaci�n sacerdotal de su hijo, quiso iniciarla para la profesi�n legal, pero incluso este intento fracas�, porque el joven Domenico prefiri� continuar en el camino de los estudios human�sticos.
Toda su vida, que dura 71 a�os, hasta el 4 de febrero de 1821, es un culto a la poes�a que no debe confundirse con el de la literatura en los versos habituales de la rama florida de los Petrarcas y D'Annunzio, pero es la costumbre de la vida, la fisiolog�a. Convertirse en ritmo como en Dante Alighieri o Baudelaire, hola, por supuesto, los diferentes componentes culturales, y m�s o menos complejos.
No son muchas o continuas las informaciones biogr�ficas del Templo; pero ninguno de estos contrasta con el car�cter y la educaci�n descritos anteriormente, con una sensibilidad que es a�n m�s amable, al menos envuelta en magia. Las confesiones, difundidas en el trabajo, y particularmente en el poema principal, son expl�citas, ahora impl�citas, siempre sobrias y francas. Para Caterina, la enfermera fiel y generosa, solo encontramos dos versos: << Pero no me exponen de mente, o Caterina >> (Carestia, III, 521); y basta con probar la modestia del Templo. Y la pobreza? Su casa es una choza de m�s all� de los suburbios: << surgi lu miu tuguriu / entre sciari y petri tunni >>. (Car., VI).
La poes�a de los templos quiere ser libre, denuncia los vicios y la maldad de los hombres, y se�ala en la ignorancia la primera causa de todo mal (Odi supra ignuranza). Su s�tira, a menudo dura y picante, apunta a la renovaci�n moral de la sociedad y la redenci�n de los hombres de la pobreza, pero los valores po�ticos a menudo emergen por encima de las intenciones.
La obra principal de Domenico Tempio es el poema La Caristia (en veinte canciones y en cuentos de septenarios), donde el poeta describe los disturbios populares que dieron lugar, en Catania, a la hambruna de 1797-98. Las figuras fantasmales de los hambrientos vagan en la revuelta rebelde, finalmente en la funci�n de protagonistas y ya no de esclavos desheredados. El Hambre, sobre su carro estridente, deambula entre una multitud de hombres desesperados y hambrientos, que se balancea y irrumpe con furia irresistible. Los pasajes l�ricos se insertan en la tragedia como corchetes de paz y abandono, creando un fondo amoroso que es el mundo apreciado pero no alcanzado por el poeta. Cada uno de esos mendigos revolucionarios tiene una triste historia que contar, y es el complejo de todas estas historias humanas lo que determina la unidad y la autenticidad del poema.
Si Giovanni Meli es el mayor representante de Arcadia siciliana, Domenico Tempio es el int�rprete m�s eficaz de los fermentos renovadores que hab�an penetrado ampliamente en la isla durante el siglo. XVIII.
El impulso naturalista impreso en la cultura siciliana del Templo entre los siglos XVIII y XIX atenuar� las resonancias rom�nticas en la Sicilia griega y determinar�, en el mismo nivel moral y en el mismo entorno catan�s, la recuperaci�n verista de finales de siglo.
Tradujo algunos cl�sicos latinos (Livio, Orazio, T�cito, Virgilio), y ley� cuidadosamente Maquiavelo y Guicciardini, junto con los principales poetas italianos, desde Dante hasta sus contempor�neos. Pero la atenci�n especial prestada a algunos de los representantes m�s discutidos de la cultura francesa, como Carlo Rollin (1661-1741), quien como hijo de cuchillero se hab�a convertido en rector de la Universidad de Par�s, y Antonio Goguet (1716). 1758), que hab�a intentado afirmar un estado de naturaleza sobre la base de la etnograf�a, demostrando que las ideas siempre se derivan de los hechos.
Pronto el templo gan� fama como buen poeta y fue recibido en la Academia de Palladii y en el sal�n literario del patr�n Ignazio Patern�, pr�ncipe de Biscari.